viernes, 27 de mayo de 2011

TRABAJO SOBRE APPENDIX PROBI DE PROFESORA DUDZICZ

Verónica Cecilia Dudzicz
verodudzicz@gmail.com
Universidad Nacional de Salta
EL APPENDIX PROBI EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA
Eje: Mundo romano
Palabras clave: latín vulgar – romance – historia – fuente
Modalidad: Tradicional

Introducción

Uno de los aspectos que más dificultades les presenta a los alumnos de Historia de la Lengua Española es el estudio de los cambios fonético-fonológicos que intervienen en la evolución del latín al castellano; e inscripto en este apartado de la materia, la palatalización por acción de “yod”, proceso de los más relevantes en el desarrollo del sistema consonántico de las lenguas romances. La dificultad de este cambio fonológico en particular se debe a dos motivos: por un lado, la complejidad que el cambio reviste en sí mismo; y por otro, que tuviera lugar en el latín vulgar, es decir, en un estadio de la lengua anterior a los dialectos romances, cuya documentación es escasa debido a su carácter eminentemente oral.
El Appendix Probi, colección de glosas prescriptivas que acompaña a una gramática escrita por Probo en el siglo IV, es una de las más importantes fuentes del latín vulgar. No se pretende dentro de los límites de este trabajo dilucidar o revisar la trascendencia de este texto en la lingüística románica, pues ha sido abordada extensamente en bibliografía especializada, sino enmarcar su relevancia en el estudio de la historia de la lengua castellana en el nivel de grado.
El análisis de esta fuente facilita la comprensión por parte de los alumnos de ciertos cambios lingüísticos en curso, condenados, por cierto, por el autor del Appendix.


El proceso de palatalización por acción de yod

La palatalización por acción de yod es uno de los principales cambios fonéticos que contribuyeron a la constitución del sistema consonántico de las lenguas romances en general y, en particular, del español. Los sonidos palatales inauguraron en estos dialectos primitivos una zona de articulación nueva con respecto al sistema consonántico latino. Muchos de los fonemas que la componen son producto de la influencia de la aparición de una semiconsonante o semivocal denominada yod , que aparece en el latín vulgar por evolución interna de la lengua. Como instancia previa a la aparición de las consonantes palatales, la yod conformó diptongos crecientes o decrecientes en grupos vocálicos que en latín clásico constituían hiato.
Una de las causas de la ocurrencia de yod es la pronunciación como diptongo de /i/ o /e/ en hiato: /lán-kja/ por /lán-ke-a/; /dór-mjo/ por /dór-mi-o/. Otras, la vocalización de una consonante velar agrupada: /fáįtu/ por /fáktum/; la caída de un fonema: /kantáwi/ > /kan-táį/; y, finalmente, por la metátesis que produce el adelantamiento de una vocal a la sílaba anterior: /kaldária/ > /kal-dáį-ra/.
La yod aparecida de estas maneras en el latín vulgar provocó otros cambios consecutivos, aunque en algunas lenguas romances muchas de las formas frenaron su evolución en esta instancia; por ejemplo, el portugués y el gallego mantuvieron la vocalización en nocte>noite; en otras, como el español, la evolución fue un paso más allá, provocando la aparición de un fonema palatal ausente en el sistema consonántico latino, en este ejemplo, el africado /c/: noche. Estos cambios fueron enunciados por la lingüística histórica del siglo XIX como reglas. En la actualidad, se prefiere el término “tendencia” para referirse a ellos.
Los efectos de la innovación semivocálica en el castellano no se reducen a la palatalización de la consonante inmediata; en algunos casos, el resultado es una metátesis: coriu>*coero>cuero o el cambio se detiene en una síncopa: cogitat>cuida. Sin embargo, lo más frecuente e innovador es la aparición de las consonantes palatales en las lenguas romances.
Menéndez Pidal (1997, primera edición: 1904) sistematizó los cambios producidos por la aparición de yod en cuatro casos: yod primera, segunda, tercera y cuarta.
La yod primera es la que actuó sobre los grupos /tj/ y /kj/, que evolucionaron en /ts/ y luego en una sibilante /θ/; por ejemplo: fortia>fuerza.
La yod segunda influyó, en primer lugar, en los grupos /lj/, /k’l/, /g’l/, /t’l/, que evolucionaron en la palatal lateral /λ/ y luego en la velar sorda /x/. Ejemplos de estos casos son: folia>hoja; apicula>abeja; regula>reja. Por otra parte, la yod segunda palatalizó los grupos /nj/ y /gn/ en la nasal ñ /ņ/; por ejemplo: somniu>sueño; ligna>leña.
La yod tercera provocó la palatalización de los grupos /gj/, /dj/, /bj/ /mj/ en /ĵ/: fugio>huyo; podiu>poyo; fovea>hoya ; rubeo>royo.
Finalmente, la yod cuarta provocó la palatalización de /kt/ en /c/: factu>hecho; lectu>lecho.
En los casos en que la yod aparece por cierre o diptongación de una vocal presente en la forma latina clásica, el proceso es más evidente. Pero su comprensión se dificulta cuando se enuncia como regla o tendencia la palatalización de grupos consonánticos donde la yod aparece en una forma intermedia que se ha perdido en el español actual, pero que se dio necesariamente en el latín vulgar. La dificultad se agudiza cuando en la bibliografía que manejan los estudiantes (publicaciones, fichas, etc.) los ejemplos se dan en sus formas terminales, es decir, la correspondiente al latín clásico y la correspondiente al español moderno. Este es el caso de la palatalización de los grupos consonánticos /k’l/, /g’l/, /t’l/, /gn/ (yod segunda) y /kt/ (yod cuarta). La ocurrencia de la semiconsonante sólo se explica por un cambio anterior, como la caída de algún elemento vocálico o la vocalización de una consonante agrupada: apicula>*abeg’la>*abeila>abella>abeja. Esta secuencia de evolución se obtiene de dos maneras: por testimonio de la forma intermedia documentada en las fuentes del latín vulgar o por reconstrucción interna.


El Appendix Probi en el estudio del cambio lingüístico

Resulta clara, entonces, la relevancia que revisten las fuentes —no muy numerosas por cierto— del latín vulgar. No sólo testimonian formas intermedias en la evolución del latín al español, sino que pueden constituir objeto de ejercicios de reconocimiento del cambio en curso, e incluso de trabajos monográficos en el ciclo de grado.
El Appendix Probi se encuentra en un palimpsesto de Viena, procedente de Bobbio, fols. 49-52, a continuación de los Instituta Artium, de Probo, de donde proviene el nombre, pues no lleva título. Fue copiado hacia el siglo VIII. Algunos estudiosos le atribuyeron origen africano. W. A. Baehrens, por el contrario, se inclina a suponerlo italiano, quizá elaborado en la propia Roma, entre 200 y 320 d. C. En coherencia con el objetivo del texto, que es el señalamiento de formas consideradas incorrectas para el registro escrito, algunos de los casos incluidos en las 227 glosas constituyen efectivamente errores de escritura. Sin embargo, muchos otros reflejan la aparición en el registro escrito de formas propias de la lengua oral —el latín vulgar— documentados en gramáticas e inscripciones, y constituyen testimonio de cambios lingüísticos en curso y confirmados por su evolución posterior en las lenguas romances. Entre estos últimos se encuentran algunos ejemplos del proceso de palatalización en su estadio intermedio.
En el siguiente esquema se transcriben algunos ejemplos:

1. Yod primera: /kj/>/θ/
a. “lancea non lancia” (Appendix Probi, A.P., 72)
lancea>lança>lanza

2. Yod segunda: /k’l/>/x/
a. “speculum non speclum” (A. P., 3)
speculum>*speilu>spillu>espejo
b. “oculus non oclus” (A.P., 111)
oculus>*oilo> *ollo> ojo
Los ejemplos no muestran la aparición de yod, sino un cambio anterior: la caída de vocal postónica. Por vía culta: espéculo, ocular y sus derivados, que mantienen la vocal postónica latina.

c. “vinea non vinia” (A. P. 55)
vinea>vinia>viña
d. “tinea non ti” (A. P., 117)
tinea>tinia>tiña

La aparición de yod en el latín vulgar está presente en otros casos del Appendix Probi que no han terminado en palatalización. Estos ejemplos muestran que los mecanismos del cambio lingüístico no son aplicables en todos los casos.

a. “articulus non articlus” (A. P., 8)
b. “angulus non anglus” (A. P., 10)
c. “cochlea non coclia” (A. P. 65)

Los casos a y b constituirían excepciones a yod segunda, aunque también sería lícito suponer que se trata de errores de escritura y no de cambios que no sobrevivieron a la evolución del latín vulgar hacia el castellano. Lo cierto es que por vía culta se mantienen las formas que conservan la vocal postónica: artículo y ángulo.


A modo de conclusión

En el estudio de la Historia de la Lengua Española, las fuentes del latín vulgar, de las lenguas romances tempranas y del castellano medieval aportan testimonio de aquellas formas que evidencian, entre otros procesos de evolución, los cambios fonéticos en curso. Esto contribuye a que los estudiantes recurran a ellas para comprender los cambios que, como el de palatalización por acción de yod, implican estadios intermedios que con frecuencia no aparecen en la bibliografía editada, fichas, etc. Como herencia de la antigua lingüística histórica, muchas veces las tendencias se presentan en forma de leyes que parecen ser aplicables de manera estricta, casi matemática, a los elementos léxicos del latín. Aunque el establecimiento de estas reglas sin duda fue el aporte más trascendental al estudio de la diacronía, la consideración de los cambios como tendencias resulta más adecuada, ante la profusión de casos en los que las reglas no se cumplen.
En esto influyeron tanto factores históricos —como la imposición de un dialecto sobre otro—; sociales —como la selección de la variante más prestigiosa o la conservación de una forma reservada a ámbitos considerados cultos y a la lengua escrita—; y lingüísticos —por ejemplo, el contacto con otras lenguas. Y, como los caminos del cambio lingüístico suelen ser intrincados, en el sentido inverso, estas circunstancias también explican algunas de las tendencias.
El acceso a fuentes como el Appendix Probi ilustra estas situaciones y complementa lo que la reconstrucción interna aporta al estudio de la evolución de la lengua castellana.


Bibliografía

Lapesa, R. (1996). Historia de la lengua española. Madrid, Gredos.
Baehrens, W. A. (1922), Sprachlicher comentar zur vulgärlateinischen Appendix Probi. Versión del texto reproducida en: Díaz y Díaz, M. C. (1974). Antología del latín vulgar. Madrid, Gredos.
Bustos, E. y otr. (1993). Teoría y práctica de la historia de la lengua española. Madrid, Síntesis.
Cano Aguilar, R. (1992). El español a través de los tiempos. Madrid, Arco-Libros.
Cano Aguilar, R. (coord., 2004). Historia de la lengua española. Barcelona, Ariel.
Corominas, J. (1967) Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos.
Lausberg, H. Lingüística románica. Madrid, Gredos.
Martínez Salvatierra, M. (2006). Orígenes, formación y evolución de la lengua castellana. .La Paz, Artes Gráficas LIA.
Menéndez Pidal, R. (1965/1967). Crestomatía del español. 2 tomos. Madrid, Gredos.
Menéndez Pidal, R. (1997). Manual de gramática histórica española. Madrid, Espasa-Calpe.
Moure, J. L. (1983) reseña de Wright, R. (1982). Late latin and early romance in Spain and Carolingian France. Liverpool: Francis Cairns. Publicada en Incipit, III.
Väänänen, V. (1974). Introducción al latín vulgar. Madrid: Gredos.
Vidos, A. (1970). Manual de lingüística románica. Madrid, Espasa-Calpe.

2 comentarios:

  1. te agradezco muchísimo por este aporte, pude entender este fenómeno que me estaba complicando! muchas gracias!!!!!

    ResponderEliminar