viernes, 12 de agosto de 2011

ARTICULO Nº31 DE EL TRIBUNO

EL LENGUAJE PERIODÍSTICO: NEXO CON LA GENTE (II)

Por Paco Fernández

Director del Servicio de Información e Investigación sobre la Lengua (SIL)



Tal como lo había prometido en mi artículo publicado el martes 14 de este mes, hoy voy a referirme a algunos otros usos que se están poniendo en práctica en las distintas ediciones de El Tribuno. El motivo: participar a nuestros lectores sobre dichos cambios, con el objeto de que puedan conocerlos, pero además saber a qué se deben ciertos cambios que podrán apreciar en estas páginas.

Había informado, en dicha oportunidad, sobre dos cuestiones lingüísticas recientemente adoptadas por la Academia: las nuevas normas de uso del prefijo “ex” y, por otra parte, las referidas a las siglas, signos que, especialmente en la actualidad, tienen un gran uso en nuestra lengua escrita, debido al ahorro de espacio y de tiempo que implican. Por lo tanto, en estas oportunidades me ocuparé, en forma particular, de usos referidos a la lengua escrita, la cual está instalada en la actividad cotidiana de la mayoría de las personas.

“Solamente” y “solo”

Como sabemos, hay dos posibilidades para la interpretación de la palabra “solo”: una, como adjetivo masculino singular; esta significa que un ser está solo, no acompañado. En tal caso, nunca lleva tilde. En cambio, cuando la palabra “solo” se trata de un adverbio de modo, que corresponde a “solamente” o “únicamente”, hasta no hace mucho tiempo atrás llevaba lo que denominamos una “tilde diacrítica” (es decir, un acento distintivo) para diferenciarla del adjetivo. En una palabra: quedaba claro que, cuando estaba con acento, era un adverbio; en cambio, cuando no lo llevaba, era un adjetivo. Sin embargo, desde la edición de la “Ortografía de la lengua española” de la RAE, publicada en 1999, esta Institución decidió que el adverbio únicamente llevara el acento si se producía una “ambigüedad”, es decir, si daba lugar a dudas respecto a que, en la oración, se lo identificara como un adverbio o como un adjetivo. Me remito a los ejemplos para aclarar esta situación. Cuando digo: “Solo vino ella; no llegó su marido”, no existe duda alguna respecto a que “solo” es un adverbio, que puede ser sustituido por “solamente”. Distinto sería si en la oración se leyera: “Sola vino ella; no llegó su marido”. En ese caso, hay un adjetivo en femenino que, evidentemente, no entra en esta cuestión.

Sin embargo, examinemos estos dos ejemplos: “Pasaré solo este verano aquí”. Si no coloco la tilde, se interpretará que el sujeto pasará el verano solo, sin compañía. En cambio, si coloco el acento, me refiero inequívocamente al adverbio: “Pasaré sólo el verano aquí”, significando que el sujeto solamente pasará el verano en ese lugar, no refiriéndose a que estará en soledad. Comprobamos que, en este caso, debemos acentuar la palabra cuando se trata de un adverbio, dado que de otro modo tendremos un significado distinto. Por lo tanto, a pesar de que está permitido el acento en el caso de que “solo” sea un adverbio, recomienda la Academia ponerlo en el adverbio únicamente cuando se produzca una duda respecto a si es adverbio o adjetivo. En los otros casos, no se lo coloca.

“El presidente le dijo a los periodistas”

Al ejemplo que titula este uso, examinándolo con detenimiento, le descubrimos un grosero error de concordancia. Efectivamente: el presidente se dirigió no a un periodista, sino a varios. Por lo tanto, el “le” tendría que haberse colocado en plural (“les dijo a los periodistas”), ya que con el singular hay una evidente falta de concordancia: “le” en singular y “periodistas” en plural. Este error es muy común al escribir, dado que lo tenemos instalado en nuestra lengua oral. Si fuéramos capaces de examinarnos, en nuestra conversación espontánea, descubriríamos que, en más de una oportunidad, nos ahorramos la “s” que le corresponde. Lo grave es cuando a este error lo trasladamos a la lengua escrita formal, en la cual es imperdonable.

Por eso, un consejo práctico: cuando utilicemos este pronombre “le” en una oración escrita, controlemos inmediatamente si el sustantivo al que se refiere (que en muchas ocasiones no está cerca del pronombre) está en plural o en singular. En el primer caso, debemos corregir, colocando la “s” al pronombre. De ese modo, evitaremos un error que se desliza fácilmente. Estadísticamente, este es uno de los errores que más se encuentra en los escritos de todo tipo, razón por la cual debemos evitarlo. Lo importante, para prevenirlo (pero no solo a este, sino a muchos otros), es imponernos la costumbre de revisar o releer nuestros escritos, en forma minuciosa, al menos dos veces luego de redactarlos. Esto garantizará, seguramente, que a nuestra redacción pueda leerla cualquiera sin descubrir un solo error.

La puntuación: un escollo para el redactor

Por supuesto que hay muchas otras situaciones en la redacción que demandan aún una mayor atención de parte de quien la escribe. Esto se da, en forma especial, en la puntuación de un escrito. En mi estadística de lecturas, la puntuación arroja un porcentaje quizá más importante que el anterior. De allí que requerirá de una atención más pormenorizada por parte de quien escribe. Pero, asimismo, de un ejercicio permanente de lectura de textos correctos, para aprender y asimilar más fácilmente esta cuestión por parte de gente que la domina cabalmente.

Sobre el problema de la puntuación –que implica un conocimiento mayor de reglas y una práctica muy atenta al redactar, dado que es más complicado– volveré, con mayor detenimiento, en la próxima oportunidad. Hoy solo quiero dejar un consejo muy práctico, que es la base para adquirir el dominio de la puntuación en un escrito, sobre todo en lo que se refiere al uso de la coma, el signo que requiere un mayor dominio, por su complejidad. Se trata de realizar una lectura del escrito que estamos realizando, o que ya hemos concluido, con la entonación natural que utilizamos todos los días cuando hablamos con nuestros interlocutores: cuando bajamos la voz, nunca debemos colocar una coma, sino un punto, un punto y coma o dos puntos. Mientras esperan mi próxima entrega, hagan la pruebe y verán que es importante esta práctica.

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